martes, 23 de julio de 2013

Y ya me voy despidiendo... Las canciones

Reconozco que no entiendo otra forma de intentar acercarse a la obra de arte que no sea el sufrimiento espiritual, el inconformismo en el proceso creativo personal. Creo firmemente que es al final de este proceso dónde cada uno acaba, si no encontrando, atisbando algo lo más parecido a la Verdad. Su Verdad, claro, la que ve confrontada con la de los demás, la que le hace seguir dudando, y, a la postre, avanzar en el conocimiento. Ocasionalmente, para apoyar este proceso, los personajes de Brick y el olivo 33 manifiestan su alegría o su tristeza a través de la música, utilizándola como forma de transmisión de los sentimientos que experimentan en algunos efímeros instantes de placer vital. Para mí, folclorista de la cosa literaria, es un arte que me sirve como complemento armonioso a mis disquisiciones y elucubraciones mentales, como también recurro puntualmente a otras manifestaciones artísticas como la poesía, la pintura y el cine, buscando, en su justa medida, reforzar, engrandecer o magnificar el relato novelesco. Supongo que, en función de la empatía artística de un publico lector heterogéneo en edad y gustos estéticos, en ocasiones lo conseguiré, y en otras no.
Quisiera en este penúltimo post dejar a un lado la literatura, el pensamiento filosófico y hasta la metafísica, para disfrutar junto a vosotros y los personajes de Brick y el olivo 33 de algo de buena música. Elegid, creo que hay suficiente variedad.


Jana en un momento de ensoñación nostálgica, bailando con Eduardo.
Our Town, Iris Dement

Kozlov, seguro de su impunidad, desde su futurista mirador acristalado, disfrutando poderoso y dominador del espectáculo de un mar embravecido. Como Leonardo di Caprio en Titanic: el rey del mundo.
Himno de la Unión Soviética, coro oficial del Ejército Rojo

Joe Molina y su madre contemplando a La Buena Muerte hecha un Cristo, a hombros de la legión; homenaje a Málaga.
El novio de la muerte, cuplé de Fidel Prado y Juan Costa

La afición folclórica de Eduardo Gracia

La melodía que se reproduce en la mente del juez Berruguete contemplando a Lena y a su familia en el parque, momento en el que el crepitar de las hojas de los árboles agitadas por la tenue brisa mediterránea cesa, las golondrinas se aquietan en su incesante piar, y las contagiosas risas de Lena y su hijo quedan flotando en el aire.
Aleluya, Leonard Cohen

Ensoñación y éxtasis final de Jana, previa a su despedida de la historia.

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